El absolutismo en Europa
- Sebastián Duarte
- 12 ene 2022
- 5 Min. de lectura

Se entiende como absolutismo, al menos en su versión teórica, una doctrina real y modelo filo-político por el que un rey intenta imponerse legal y socialmente sobre el derecho divino, el de gentes y las leyes fundamentales del reino, convirtiendo al derecho positivo, el que emana del rey, en el derecho superior, único. Con ello, el monarca conseguiría sobreponer su voluntad política a las instituciones históricas del reino y al derecho heredado del pasado, los cuales perderían su sentido práctico, convirtiéndose en un mero recuerdo de las épocas pasadas.
Entendida la teoría, la práctica no fue exactamente tan triunfal y completa como se presenta. Ningún rey ni gobernante moderno (el absolutismo es un fenómeno histórico de la Edad Moderna, del siglo XVI en adelante) consiguió un poder absoluto tal como planteaba la teoría. Por ineptitud o por la firmeza de los elementos heredados del pasado, las instituciones históricas y los demás tipos de derecho, especialmente el derecho divino en una sociedad de ferviente y mezquina religiosidad, siguieron teniendo la misma firmeza, aunque no es menos cierto que algunos reyes, destacando el monarca francés, fueron suficientemente inteligentes como para mermar el poder de las instituciones, domesticar a la nobleza y expandir su poder de forma centralizada, pero sin el control absoluto de la sociedad, que era otra de las ideas fundamentales del absolutismo. El control absoluto de la sociedad, por paradigmático que parezca, no se consigue hasta la Edad Contemporánea, hasta la aparición del fenómeno del totalitarismo y de los Estados contemporáneos.
En Europa, la implementación del absolutismo tuvo grandes diferencias regionales a lo largo de la Edad Moderna. En el Sacro Imperio Romano Germánico, especialmente a partir de la Paz de Westfalia, que concedió mayor libertad si cabe a los integrantes del Imperio, el emperador jamás pudo desarrollar ese proceso de concentración de poder más que en sus territorios patrimoniales, con un resultado escueto, al igual que el esfuerzo realizado. De forma parecida, en Inglaterra, por la libertad heredada y la fortaleza del parlamento británico en sus dos cámaras, que se atrevió incluso a revelarse dos veces contra su señor natural, el rey, con el fin de evitar la implementación de esta doctrina real (Revolución inglesa de Cromwell y Revolución Gloriosa de 1688); el rey nunca tuvo poder absoluto, aunque si se desarrollaron interesantes intentos, destacando a Jacobo I en el siglo XVI, cuya iniciativa real de dejar al parlamento a un lado en su gobierno y de recuperar viejos derechos divinos, de haber continuado, podría haber dado lugar a interesantes resultados. En Prusia, sí se desarrollaron políticas absolutistas, enfocados sobre todo a la creación de un ejército permanente. Federico I de Prusia, el rey Sargento, fue el primer monarca prusiano en conseguir crear un ejército permanente dependiente de su persona de más de 40.000 hombres, aunque será su sucesor quien lo emplee por primera vez. Con este ejército, Prusia se convirtió en una potencia militar europea y el rey adquirió un poder mayor al pasado.
En España, la implementación del absolutismo, como es de esperar, fue un proceso incompleto. Quizás por la incompetencia de Felipe V de España, un rey francés que gobernaba un país al que despreciaba, o por el arraigo enfermizo del cristianismo en la pobre y analfabeta población española de la época, el rey nunca tuvo el poder que ansiaba, dejando tras de sí el proceso absolutista incompleto. Las actuaciones absolutistas en España más destacadas fueron los Decretos de Nueva Planta de Felipe V, que iban destinados a acabar con las instituciones históricas de la Corona de Aragón, y la aplicación del derecho castellano a todo el territorio nacional, con algunas modificaciones, también por Felipe V, puesto que este derecho era mucho más favorable a la persona del rey. No obstante, los intentos de Felipe V se vieron frustrados por sus sucesores, escuetos en cuanto a capacidad de liderazgo.
Verdaderamente, el único que desarrolló un absolutismo real pleno fue Francia, el más célebre y triste caso de éxito real. Este hecho no se explica sin la figura de Luis XIV de Francia, cuyas medidas regalistas y su política territorial expansiva le permitieron acaparar gran parte del poder de Francia y, aunque nunca consiguió controlar de facto a la población francesa, sí realizó interesantes actuaciones al respecto, como la expulsión de los hugonotes, protestantes franceses, del país para así uniformizarlo y convertirlo en un estado católico.
Entendido pues la aplicación práctica del absolutismo, conviene detenerse en las actuaciones previstas y desarrolladas por los reyes absolutistas, para lo que se tomará como ejemplo a la célebre Francia. Aunque fueron muchas las medidas tomadas, se podrían resumir en cinco: Corte, jurisdicción, sistema de impuestos, propaganda y mercantilismo.
Por lo que a la Corte refiere, los reyes absolutistas se volvieron sedentarios, para así construir grandes palacios, donde vivieron de forma permanente. Estos palacios se convirtieron en los puntos neurálgicos de sus países anfitriones, destacando el Palacio de Versalles como el más ostentoso. Por medio de estas edificaciones, los reyes absolutistas difundieron la idea de que tenían un poder inmenso por todo el reino y toda Europa, y de la vida cortesana, una forma de vida nobiliaria, distintiva, basada en grandes lujos, que terminó arruinando a los nobles de cada reino. Los reyes aprovecharon este hecho para atraer a los nobles a los palacios a cambio de entregarles pensiones vitalicias, lo que permitió que los reyes pasaran a controlar de facto los antiguos feudos y que la nobleza perdiera su histórico carácter militar y rebelde.
Lo que a jurisdicción refiere, los reyes crearon sistemas de justicia, basados en el derecho positivo, dependiente de sí mismos. Estos sistemas fueron poco a poco reemplazando a las instituciones históricas, puesto que solapaban sus funciones. Para el desarrollo de estos sistemas, los reyes se apoyaron en universitarios educados en leyes, juristas jóvenes y capaces, que permitieron desarrollar una justicia más justa y eficiente. De forma parecida, se desarrollaron nuevos sistemas de impuestos, apoyados en economistas salidos de las universidades, que permitieron que la recaudación de los reyes fuera mayor y que el sistema de cobros fuera más eficiente que cuando los nobles lo controlaban.
La propaganda fue otra medida absolutista, utilizada por los reyes para difundir el modo de vida cortesano y para realzar su papel de grandes líderes de la sociedad, idea que retomaría a la postre Napoleón y otros soberanos de corte totalitaria.
En último lugar, el mercantilismo es otra idea que aparece vinculada al absolutismo. Se trata de una filosofía política basada en el comercio como fuente de riqueza, en el fomento de la reducción de las importaciones y en el incremento de las exportaciones, con el fin de generar una balanza de pagos positiva. Los reyes absolutistas se percataron de la eficacia de esta filosofía política, por lo que la aplicaron en sus reinos, consiguiendo así grandes riquezas, que emplearon en la construcción de los estados absolutistas.
Pese a todas estas medidas, la práctica absolutista fue menos acertada de lo esperado, dando lugar a la creación, en realidad, de los Estados modernos, centralizados, con instituciones de justicia e impuestos eficientes, y con una persistencia de la propaganda. En Francia, por su parte, el absolutismo tuvo gran arraigo, lo cual explica lo sangrienta que fue la Revolución Francesa, puesto que tuvo que enfrentarse al rey más poderoso de Europa, y la parsimonia de los nobles en el proceso revolucionario, ya que tenían escaso poder.
FUENTES DOCUMENTALES:
Bernal Payares, Omaira (2014). “El poder, la política y el Estado en el absolutismo y el renacimiento” en ResearchGate. Recuperado [2021] de https://www.researchgate.net/publication/311159958_El_poder_la_politica_y_el_Estado_en_el_absolutismo_y_el_renacimiento.
Duchhardt, Heinz (1989). “La época del Absolutismo”. Ed. Alianza Universidad.
Fuentes, Juan Francisco (2006). “Totalitarismo: Origen y evolución de un concepto clave” en Revista de Estudios Políticos. Recuperado [2021] de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2210463.pdf.
Jarillo Gómez, Juan Luis (2005). “El Estado absoluto como primer estadio del Estado moderno” en Dialnet. Recuperado [2021] de https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2210463.pdf.
Comments