La España de las dos banderas
- Sebastián Duarte
- 4 ago 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 12 ene 2022

En el panorama político y social español actual, se confrontan de forma antagónica dos símbolos de ideologías, en principio, opuestas. Con relevante herencia del pasado, pero con incidencia de la política más actual, la bandera oficial de España y la antigua bandera de la II República Española se han conformado como elementos antagónicos, cada uno representativo de los dos bandos opuestos en los que se ha divido la fragmentada sociedad moderna. No se trata sino de una dicotomía, donde “lo opuesto” es aquello que no se enmarca en “mi grupo”. El centro y la posición intermedia parecen desaparecer en el mundo de rojos y azules, de izquierda y de derecha, en el mundo de los dos bandos, de los dos extremos. Esta extremización de la sociedad conlleva un tándem enemistado de adjetivos. El concepto de “facha” y el de “comunista” (con sus derivados correspondientes) se ha usado para desprestigiar al polo opuesto, sin verdadera profundización en el concepto o en el significado del mismo. No se trata más que de una oposición. Así, en ese ambiente, la bandera oficial de España ha sido equiparada al concepto de “facha”, mientras que la de la II República al de “comunista”. Cabe preguntarse que de cierto hay en esta asimilación. Para ello es preciso profundizar en la historia de ambas banderas y en cómo la política de polarización ha cambiado radicalmente el significado de estos símbolos. En este artículo, a partir de ahora, la argumentación se dividirá en dos partes: una parte dedicada a la bandera oficial de España y otra, a la bandera republicana, para concluir, como es propio, con una síntesis enfocada en la política moderna.
En primer lugar, la hoy bandera oficial del Reino de España es un emblema con más de 200 años de historia, conocido también como Rojigualda, por la disposición de sus colores. Se compone de tres franjas, dos rojas y una amarilla el doble de ancha que las anteriores. Esa disposición de colores se ha mantenido desde que la bandera aparece en el siglo XVIII, cuando el rey Carlos III convocó una especie de concurso público para que se propusieran nuevas banderas para los barcos españoles. Para el siglo XVIII y hasta prácticamente el nacimiento del nacionalismo decimonónico, la identificación y la defensa de los símbolos era casi inexistente. Las banderas carecen de trasfondo en un mundo con mayores preocupaciones. Por lo cual, esas banderas propuestas no van enfocadas a representar la nación española, sino a otorgar un nuevo emblema a los barcos hispánicos, que permitiese diferenciarlos desde lejos. Entonces era común usar banderas blancas con el respectivo escudo en los barcos, lo cual dificultaba diferenciar la nacionalidad de los barcos desde lejos, de ahí la elección de una bandera tan llamativa. En ningún momento se puede afirmar que Carlos III escogiese esa bandera con otro propósito que no fuese la visibilidad. Con el progresivo uso de esa bandera, a la que se le iba añadiendo el escudo oficial del momento; la bandera se acabó extendiendo como un símbolo en España, al punto de ser usado con fines similares a los actuales. Fenómenos de patriotismo como la Guerra de Independencia Española de 1814 o el movimiento nacionalista, de trasfondo patriótico, de 1936 contribuyeron a asentar el uso de la bandera, junto a la labor legislativa. No obstante, la falta de un patriotismo exitoso en España ha impedido que esta bandera verdaderamente sea considerada como un elemento representativo de la totalidad del pueblo español, como sí ocurre en otros países, como Francia o Estados Unidos. Serán las progresivas constituciones las que oficialicen esta bandera, junto al escudo correspondiente, como emblemas del pueblo español, a excepción de la II República, que modifica la bandera, añadiendo un color morado, como se trata posteriormente.
Será el franquismo quien use esta bandera como su emblema, pero cambiando el escudo por otro muy parecido al usado por los Reyes Católicos, en un intento de recordar el pasado glorioso de la nación hispánica. Franco se adueñará de esta bandera, con dos objetivos: diferenciarse de la II República y su bandera con la franja morada; y lograr la unión del pueblo español en torno al nacionalismo. Sería interesante plantearse si Franco era verdaderamente patriótico o simplemente usó este emblema como un instrumento político. La vinculación del franquismo, al menos durante sus inicios, con el régimen fascista (sincopado como facha) de los años 40 será la que cree esa relación entre bandera tricolor y el concepto de “facha”. Con la Constitución de 1978, posterior a la caída del régimen franquista, se mantendrá la Rojigualda e, incluso, el escudo franquista con algunas modificaciones, que tardará hasta 3 años en cambiarse. Es el mantenimiento de la Rojigualda el que explica esa equiparación del adjetivo facha con el uso de la misma, aunque será la polarización de la política moderna la que consolide esta equiparación, siempre con connotación negativa.
Por su parte, la bandera de la Segunda República cuenta con una menor historia. Solo estuvo vigente entre 1931 y 1939. Fue un invento del recién constituido Gobierno republicano de los años 30, que pretendía romper las tradiciones anteriores y crear un nuevo régimen. Así conforman una bandera de tres franjas de la misma anchura, donde el rojo inferior se reemplaza por el morado, que en teoría representaba a los comuneros de la Guerra de las Comunidades de Castilla, en la cual grupos de personas se enfrentaron a Carlos I y a su gobierno. Realmente este color se basa en una interpretación errónea de la Historia, ya que se ha comprobado que el “pendón morado comunero” no es más que un mito, aunque la guerra sí se produjo. Con ese antecedente se crea dicha bandera, que se acompaña de un escudo adoptado en 1931, donde se representan los antiguos reinos españoles y que es muy parecido al usado en la I República. Lo curioso de este escudo es que la clásica corona monárquica se sustituye por una corona mural, heredado de época romana y que presentan a todos los españoles. Una vez estallada la Guerra Civil española, la Segunda República contará con el apoyo principal de la URSS. Esto será usado por los nacionalistas franquistas, que acusarán al régimen republicano de comunista, una idea que ya circulaba por España antes de 1936, por muchas de las medidas tomadas por la República, aunque quizás el concepto comunista era un poco exagerado para el momento. Hoy, esta bandera es el emblema de los republicanos españoles que reclaman la III República.
Si bien el trasfondo de las banderas radica en la Historia de su fundación, será la política moderna quien cree una dicotomía. La irrupción en la política de la extremaderecha, en constante oposición con la izquierda, creará esa oposición y la vinculación de unos símbolos a una determinada ideología. En España, el auge de Vox, en consonancia con la ultraderecha europea, gestará un ambiente de contraposición, siendo el partido de Podemos el opuesto. Aunque ambos partidos han seguido trayectorias diferentes, son los ejemplos más representativos de la dicotomía comunista-facha, que ha confrontado la bandera oficial de España como elemento fascista y la de la República como comunista, apoyándose por supuesto en el trasfondo histórico de ambos elementos (nótese la ironía). Aún con la progresiva decadencia de Podemos, se mantiene esa dicotomía, fruto de la migración del resto de partidos hacia uno u otro bando. PSOE migró hacia una izquierda más conflictiva y PP hacia una derecha más extrema. Es esta migración la que ha impedido que sean los dos partidos originarios de la trifulca se impongan sobre el resto, a la par que la sociedad confrontada se asienta. Se ha creado un ambiente muy similar al de la Guerra Civil española, donde unos se unen desprestigiando al contrario, desarrollando una estrategia parecida a la de los primeros nacionalismos decimonónicos. Podrían ser las instituciones actuales, como las Fuerzas de Seguridad del Estado, las que han impedido que ese ambiente de confrontación haya devenido en una nueva guerra civil o, simplemente, se trata de un tiempo demasiado reciente como para apreciar dicho fenómeno. No obstante, conviene no augurar malos tiempos sin haber verdaderas evidencias de ello.
Ha sido, en conclusión, la política la que ha terminado de asimilar esos símbolos a unas ideas concretas, creando un ambiente de suma polarización. España es, en sí misma, una sociedad de dos bandos, donde las ideas políticas son defendidas por ese bando en contraposición con el otro. El centro parece ser la única orientación que logra unir estos dos bandos, pero su progresiva caída electoral parece aventurar una mayor segmentación en tiempos no muy lejanos. Cabría reflexionar acerca de esta situación, del papel de cada individuo en la defensa de una sociedad más unida o, en su opuesto, polarizada.
Bibliografía:
De Esteban, Jorge (2010). “La sombra alargada del águila franquista” en El Mundo. Recuperado [2021] de https://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/18/consejoeditorial/1263822201.html.
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Wikipedia (2021). “Bandera de España”. Recuperado [2021] de https://es.wikipedia.org/wiki/Bandera_de_Espa%C3%B1a.
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