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La región como objeto de estudio

  • Foto del escritor: Sebastián Duarte
    Sebastián Duarte
  • 18 ago 2021
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 7 oct 2021


Sin duda, uno de los campos más prolíferos y destacados de la Geografía es el referido al estudio de la región. Por su indefinición, su imprecisión y su utilidad política, la región ha sido muy estudiada en el seno de la Geografía y otras disciplinas, como la Economía. Todas ellas se han valido de este concepto para múltiples estudios, especialmente comparativos y destinados a estudiar desigualdades. Pero, ¿qué es la región? Resulta sumamente complejo responder a esta pregunta. Desde la Geografía, no se cuestiona la existencia de regiones, sino la definición de estas. El investigador Claval la define como “la expresión en el espacio de las relaciones que los hombres establecen, de los grupos a los que estas dan lugar y de las solidaridades que resultan de ellas, y de las que los protagonistas tienen una coincidencia más o menos clara”. No obstante, esta definición no es suficiente, ya que, en la práctica, existen múltiples tipos de regiones, fruto del propio devenir histórico de la ciencia geográfica. Así que, para conseguir definir correctamente la región, conceptualmente hablando, es preciso ver qué tipos existen y cómo se definen estos tipos.


En este punto, resulta elementan la presentación del Gráfico 1, en esencia, una línea temporal con los tipos de región y su correspondencia histórica, puesto que el contexto es elemental para comprender correctamente la definición de estos tipos.


Gráfico 1. Evolución regional de los diversos tipos de región dentro de la Geografía. Elaboración propia.


En primer lugar, por comenzar con lo más remoto, en torno al Renacimiento, el concepto de región histórica o politicohistórica se generaliza, fruto de la recuperación de los conocimientos corológicos clásicos y de la influencias de algunas corrientes medievales. Esta región se define por límites más o menos racionales, fijados por el hombre, por cuestiones prácticas. A veces, estas regiones se correspondían con arzobispados u obispados en época Renacentista y otras, con las tradicionales provincias y coras romanas y árabes, respectivamente. En esta conceptualización regional, el factor humano y físico era poco importante. Lo vital era la delimitación con fines prácticos y con criterios racionales. Por la importancia de la historia en este concepto, aparece una corriente geográfica, conocida como Geografía del pasado, en sí, una geografía histórica y politicohistórica.


El concepto de región política perdurará en el tiempo, mucho más allá del Renacimiento, pese a la irrupción de otras conceptualizaciones. Así aparecen los escritos de Carl Ritter y Vidal de la Blanche, además de las divisiones provinciales contemporáneas, basadas en cuestiones políticas e históricas, al menos en España, por lo que se puede decir que el concepto sigue vivo en la actualidad. Ello no es de extrañar, debido al enorme componente práctico del concepto y a su utilidad en cuestiones políticas, no solo científicas, como los otros tipos de regiones.


Antes de proseguir conviene realizar un breve inciso. En el presente documento se habla de tipos de regiones, pero no debe entenderse este concepto a la manera tradicional. “Tipos de regiones” alude a formas diferentes de comprender la región, que reciben un sufijo distintivo y que pueden resultar antagonistas de otro tipo (generalmente es lo que ocurre).


Avanzado el tiempo, ya en tiempos ilustrados, emerge la región natural de la mano de cartógrafos, una región natural, en principio, equivalente al concepto de región fisiológica, ya que la región natural evolucionará hacia una posición diferente. La por entonces primitiva industria (sitúese en torno al siglo XVIII, donde apenas había industria propiamente dicha, al menos hasta finales de ese siglo) generaba que el hombre fuera dependiente directo de la naturaleza, por lo que, cuando se replantea el concepto de región entendido como un elemento más allá de los límites políticos-históricos, la naturaleza se convierte el nuevo factor delimitador de regiones. Así encontramos divisiones regionales basadas en dorsales orográficas (montañas, en esencia) y en cuencas hidrográficas, expresión que se populariza por esta época.


No resulta sorprende esta interpretación meramente física de la región en dicho contexto, ya que el hombre aún era dependiente de la naturaleza y era cuasi incapaz de sobreponerse a ella. En ese momento, la Geografía Física era verdaderamente dominante dentro de la ciencia geográfica precisamente por este contexto. No obstante, esta interpretación naturalista de la región, al comienzo, era campo de estudio de los naturalistas, que se convertirán en geólogos a la postre. Una interpretación que, además, establecía límites regionales mediante la observación.


Comenzada el industrialización, la región natural o fisiológica de los naturalistas sufre un sutil, pero determinante, cambio, de la mano, esta vez sí, de geógrafos, que explotarán cuanto puedan este concepto. De la mano de los geógrafos, la región natural adquiere algunos elementos humanos, como objetos de estudio. La idea base, en realidad, era la misma. El hombre seguía sin verse como actor dinamizador de la región, pero se empieza a plantear su implicación pasiva en estas áreas. Esta incorporación otorga mayor complejidad a la región, permitiendo incorporar otro criterio al estudio regional, además de lo geológico, el clima, la orografía y, más tardíamente, la vegetación.


A finales del siglo XIX, con una más que asentada industrialización y con el ser humano más activo en su incidencia en la naturaleza, se produce una cierta ruptura conceptual en el seno del estudio regional. Emerge, de la mano del posibilismo vidaliano, la región geográfica, la más elemental concepción regional dentro de la Geografía, que supondrá un enorme aporte a la ciencia moderna. Este nuevo tipo se distanciará de sus antecesores mediante la consideración del hombre como agente activo, capaz de influir sustancialmente en el medio. No debe confundirse papel activo con estructuración del medio. El primero implica un grado menor de control de la naturaleza.


La escuela francesa concibió el concepto moderno de región, donde procesos humanos y físicos se superponen, siendo el ser humano el agente activo más relevante. Los aspectos económicos y sociales, casi por primera vez, se volvieron objeto de estudio de los enfoques regionales. La comarca, a su vez, aparece como escalón inferior de la región geográfica, más acotada y más dependiente del ser humano.


Obviamente, esta ruptura conceptual no se hubiera producido sin la industrialización, puesto que otorgó al hombre las herramientas para cambiar la naturaleza.


Más radical (entendido radical como más extremo en su postura) será el enfoque funcional de los años 60 del siglo XX. Este enfoque concebirá la región como un área controlada y creada por el hombre, mediante los flujos comerciales y los contactos sociales. Los elementos físicos pierden importancia y se realza el papel del hombre. Esta interpretación, como se menciona, más radical aparece a la vez que la Geografía Cuantitativa o “Nueva” Geografía, un intento, más fracasado que acertado, de formar una nueva ciencia geográfica, que exaltaba el papel del hombre y las cuestiones cuantitativas, como los flujos comerciales, determinantes en las regiones funcionales.


Estas regiones funcionales tendrán casi más acogida dentro de la Economía que en la Geografía. Será tal la penetración en la ciencia del dinero que la región funcional derivará en la región económica. Esencialmente, las ideas básicas son las mismas: el hombre como creador de la región y la región delimitada, pero contactada con otros. La innovación proviene del énfasis que se pone sobre la economía regional entendida como una proyección de las variables macroeconómicas.


Por las mismas fechas, años 60, surge otro tipo de región, quizás menos importante en el devenir geográfico: la región sistemática. Como su nombre indica, esta región se basa en la aplicación de la Teoría General de los Sistemas a la región, dando lugar a la conceptualización de esta como un sistema de elementos interconectados, pero independientes. Conviene no detenerse en demasía en este concepto, porque resulta poco útil y relevante en la Geografía.


El último tipo de región, por fecha de aparición, es la región como espacio vivido, interpretación que surge en torno a los años 80 del pasado siglo. Este concepto percibe la región como una construcción mental delimitada por las experiencias de las personas en esos lugares, no por flujos económicos ni sistemas funcionales. El hombre vuelve a ser el actor elemental de la región, pero con un papel diferente, no como agente activo ni como controlador de la naturaleza, sino como constructor mental de la región, por medio de sus experiencias. Este concepto, por supuesto, está sumamente vinculado con la Geografía de la percepción, que otorga gran relevancia a las vivencias personales como artífices de la realidad geográfica.


Han sido mucho los tipos de regiones que han aparecido, al punto de que la diferenciación entre cada uno resulta, a veces, confusa, por las semejanzas existentes. Un buen criterio para la delimitación de cada tipo es el papel que se le otorga al ser humano. En el Gráfico 2, se ilustra este criterio, ordenando cada corriente en función de la importancia del hombre en sus estudios.


Gráfico 2. El ser humano dentro de los diversos tipos de región, incluida la región económica, desde menor control de la naturaleza por el hombre y menor influencia del hombre a mayor. Elaboración propia.


Por último, hay que señalar que no se trata de una evolución de pendulación de conceptos, sino de superposición. Algunas conceptualizaciones, como la región fisiológicas, sí se han abandonado, pero otras, como las regiones históricas, se han mantenido en el tiempo.


Bibliografía:

Espejo Marín, Cayetano (2003). “Anotaciones en torno al concepto de región” en Nimbus. Recuperado [2021] de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=839169.

Vilá Valentí, Juan (1980). “El concepto de región” en La región y la geografía española. Recuperado [2021] de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2230412.

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