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En busca de un príncipe para Maquiavelo

  • Foto del escritor: Sebastián Duarte
    Sebastián Duarte
  • 13 jun 2021
  • 5 Min. de lectura

El archiconocido Nicolás Maquiavelo fue un político, funcionario y filósofo florentino del siglo XVI, considerado como el padre de la Ciencia Política moderna. Fue un personaje singular, astuto, que elaboró una obra que sería recordada por siglos. En esta obra, que lleva por nombre El príncipe, reflejó su doctrina política, caracterizada por la frialdad del gobernante, que debía imponer el gobierno de su territorio por encima de la vida de los ciudadanos. Esta frialdad es la que conllevó a la equiparación del adjetivo maquiavélico a astucia y frivolidad en la ejecución de acciones para alcanzar unos propósitos concretos.


Regresando a esa obra, por la que Maquiavelo es conocido, se retrata la figura del príncipe como un ser astuto y perspicaz, que actúa con premeditación para conseguir su objetivo esencial: mantenerse en el poder. Maquiavelo consideraba que el príncipe solo podía mantenerse en el poder si anteponía su objetivo a la vida de sus ciudadanos, justificándose así el asesinato de opositores, las invasiones a otros países y la matanza de sectores del pueblo contrarios a su poder, entre otros elementos. Lo más curioso de la obra del florentino es que resulta casi opuesta a otra de sus célebres obra, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, donde el autor se muestra claramente a favor de una república, mientras que en su otro escrito aboga por el gobierno de un príncipe todo poderoso, absolutista en cierto modo.


¿Por qué esta dicotomía? La respuesta es bastante compleja. Por una parte, Maquiavelo fue funcionario de la República de Florencia entre 1498 y 1512, por lo que su obra republicana encaja perfectamente con sus ideas políticas y su ocupación de ese cargo hasta 1512. En 1512, sería despedido de su cargo y torturado por la familia Médicis, que recuperaron el poder de la entonces ex república italiana. La causa de esta tortura fue las sospechas que se cernían sobre Maquiavelo sobre la expulsión de los Médicis en 1498, pero eso es otra historia.


Si bien Maquiavelo se mostró partidario de la república, fue consciente de que esta forma de gobierno no era compatible con la estabilidad y la prosperidad. Esta idea la toma directamente del contexto donde vive, en el que la República Florentina ha sido derrocada, toda Italia se enfrenta por el poder y el panorama político europeo está gobernado por grandes monarquías.


En un debate interno entre monarquía o república, como ocurre en la actual España, Maquiavelo escribe su más célebre obra, que será publicada de forma póstuma. En ella, analiza las pautas que todo príncipe que desee el poder debe realizar, así como técnicas para mantener ese poder una vez se alcanza. Estas reflexiones se basan en el análisis de príncipes de la época, de los que Maquiavelo toma sus ideas. El principal príncipe de esta obra será César Borgia, hijo del Papa Alejandro VI, hacia el que Maquiavelo mostró gran admiración. Borgia fue un hábil militar de su época, que con sus conquistas consiguió ampliar en gran medida las propiedades del Papado, ya que actuó bajo la protección de su padre, el Papa. Maquiavelo incluso llega a decir, referido a Borgia, que “es realmente espléndido y magnífico, y en la guerra no hay empresa grande que a él no le parezca pequeña; en la búsqueda de gloria y territorio es incansable y no conoce el miedo ni la fatiga”.


Los éxito de Borgia le llevaron a ser nombrado duque de la Romaña por su padre. Los éxitos de este joven militar eran indiscutibles, su ambición para ser infinita. Sin embargo, la historia le guardaba un final menos espectacular. Sin preverlo, Alejandro VI muere en 1503, dejando asolado a su hijo. Los enemigos de Borgia, que eran muchos, por sus mentiras y la gloria que había alcanzado, se alzaron contra el duque, provocando que perdiera rápidamente sus territorio. En un ataque de desesperación, César Borgia apoyó Giuliano della Rovere en su candidatura como papa, con la promesa de que mantendría sus posesiones de la Romaña. Este apoyo fue, a criterio de Maquiavelo, el gran error de Borgia, puesto que una vez conseguido el Papado, Giuliano, el Papa Julio II, despojó de sus territorios a Borgia y mandó detenerlo. Aunque Borgia lograría huir a Navarra, el proyecto de reino del ex duque ya había fracaso. Esto explica que Maquiavelo, a mitad de su obra, deje de elogiar a Borgia, abandonándolo como figura de príncipe modélico.


El otro príncipe modélico de Maquiavelo fue Fernando el Católico, el gran rey europeo del siglo XVI, hacia el que el florentino mostró admiración y temor, por el inmenso poder que había alcanzado y que había convertido en vasallo a casi toda Italia. Si bien Fernando el Católico era para Maquiavelo un príncipe modélico por su astucia en las guerras, por su perspicacia desviando las ansias de poder de los nobles españoles en una guerra un tanto absurda contra Granada y por su gran capacidad para administrar sabiamente sus amplias posesiones; no era el príncipe que buscaba Maquiavelo, ya que Fernando no podía ser el encargado de unificar toda Italia, tal como perseguía el filósofo varios siglos antes de que la idea se hiciese realidad. Fernando el Católico era la mezcla perfecta de príncipe pudiente y de enemigo extranjero para el modelo de Italia unificada, que Maquiavelo no podría disfrutar.


El único inconveniente de Maquiavelo en su reflexión sobre Fernando el Católico es que obvia a Isabel la Católica, por puro machismo, sin tener en cuenta las capacidades de la reina en la administración del inmenso Imperio americano español y del Reino de Castilla, que seguía estando reinado de facto por Isabel. Tanto Isabel como Fernando fueron ilustres reyes, sin lo que el esplendor de la España del siglo XV y principios del siglo XVI no se explica. No obstante, Maquiavelo parece que obvió esta realidad, menospreciando la imagen de una de las reinas más importantes de todos los tiempos que, sin ser varón, demostró que la astucia en el gobierno no es solo cosa de hombre.


Para concluir conviene señalar que la obra de Maquiavelo, El príncipe, fue dedicada por el propio autor a Lorenzo de Médici, el gobernante florentino que llegó al poder tras la república. Esta dedicatoria fue un vano intento del político de recuperar sus cargos en el gobierno en su país natal. Olvidado por sus contemporáneos, Maquiavelo moriría sin la fama que mereció, siendo recuperada su obra siglos después, sirviendo de modelo para los gobernantes posteriores.


FUENTES

Grandes Medios (s/f). “El irregular matrimonio de los Reyes Católicos de España” de Pinterest. Recuperado [2021] de https://www.pinterest.es/pin/249386898096937108/.

Grupo Akal (2019). “Maquiavelo. El príncipe y Discursos de la primera década de Tito Livio” en No cierres los ojos. Recuperado [2021] de http://www.nocierreslosojos.com/maquiavelo-principe-discursos-tito-livio/.

Maquiavelo, Nicolás, Procacci, Guiliano y Leonetti Jungl, Eli (2019). “El príncipe. Comentado por Napoleón Bonaparte”. Ed. Austral.

Ortiz, Marián (s/f). “Nicolás Maquiavelo” en Cultura General. Recuperado [2021] de https://www.culturagenial.com/es/nicolas-maquiavelo/.

Palau, Josep (2013). “César Borgia y su incansable búsqueda de la gloria” en Historia National Geographic. Recuperado [2021] de https://historia.nationalgeographic.com.es/a/cesar-borgia_6856.

Wikipedia (2021). “César Borgia” en Wikipedia. Recuperado [2021] de https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A9sar_Borgia.

Wikipedia (2021). “Nicolás Maquiavelo” en Wikipedia. Recuperado [2021] de https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Maquiavelo.

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