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Dependencia energética de la Unión Europea

  • Foto del escritor: Sebastián Duarte
    Sebastián Duarte
  • 17 ene 2022
  • 7 Min. de lectura


En un mundo cada vez más conectado y dependiente de la electricidad para su funcionamiento normal, la energía eléctrica se ha convertido en un agente activo de las relaciones internacionales, sobre todo las materiales primas empleadas para esta producción. En la Unión Europa, el 100% de la población tiene acceso a la electricidad, lo que supone, en la práctica, una dependencia a los países abastecedores de las materias primas empleadas para la producción energética, esencialmente, Argelia y Rusia. El ratio medio de dependencia energética en la Unión Europea es de poco más del 50%, debido a, en gran parte, a la compra de materias primas destinadas a la producción de electricidad. También contribuye a esa dependencia la compra de energía a países extranjeros y la propia red de suministro y distribución energética –Europa cuenta con una red interconectada destinada al transporte de electricidad, aunque las conexiones entre la Península Ibérica y el resto de Europa son menos intensas–. En el caso concreto de algunos países, la dependencia es muy superior a la media. España presentan una dependencia superior al 70%, debido a la necesidad de adquirir gas argelino y otras materias primas para producir electricidad, y a la compra-venta de electricidad con otras naciones cercanas.


Ahora bien, convine preguntarse si esa dependencia energética se debe íntegramente a las materiales primas o a la compra-venta de energía eléctrica para satisfacer la demanda interna. La realidad es que España, Alemania y Francia son totalmente autosustentables, ya que producen más de la energía que consumen. Austria e Italia se sitúan muy cerca de alcanzar la autosuficiencia, tal como indica el portal de datos DatosMudial.com. Pese a ese elevado grado de autosuficiencia (o menos, de capacidad para satisfacer la demanda interna), estos países presentan ratios de dependencia superiores al 40%, siendo Francia la de menor ratio e Italia, la de mayor ratio. La capacidad de satisfacer la demanda interna no conlleva menor dependencia. España presenta una elevada dependencia del gas argelino como generador de energía, lo que supone el incremento del ratio. Además, el país hispano vende gran parte de la energía producida a países como Andorra o Portugal, que la adquiere a un precio más elevado, a la par que compra la energía producida en Francia, que es más barata. Alemania, por su parte, requiere del gas y el carbón rusos para alimentar sus centrales térmicas y de ciclo combinado. Italia se encuentra en una situación bastante parecida a la de España. Francia, el último término, mantiene una mayor independencia gracias a sus centrales nucleares, que producen la mitad de la energía consumida en el país, junto a las demás fuentes de energía fósiles que tienen un peso importante en el país galo. Al conjunto, la Unión Europea dependen de los recursos fósiles rusos, sobre todo el gas natural, que son empleados para la producción de energía. Los países europeos con menor ratio de dependencia son aquellos donde las energías verdes tienen más relevancia, puesto que estas no requieren de materias primas externas, y donde la energía producida en el país se destina a satisfacer la demanda interna. Noruega e Islandia son los países europeos que más energía producen mediante renovables (más del 70% de la energía total) y, a la par, los de menor ratio de dependencia (por debajo del 25%, concretamente, la dependencia de Noruega es de más de -600%). Sin embargo, esta relación entre renovables y menor ratio de dependencia no se cumple con Estonia, que presenta el ratio más bajo de la UE (8%), aunque solo el 30% de la energía se produce mediante energías verdes. Esto se debe a que la exrepública socialista ha incentivado la extracción de petróleo mediante la técnica del fracking, la más insostenible para extraer este recurso. Es la misma técnica que ha convertido a EE. UU. en el mayor productor de petróleo del mundo.




Esta dependencia energética, por tanto, no se debe a la capacidad de producción (al menos en el caso de las grandes economías), sino por la compra-venta de energía con fines lucrativos y la necesidad de materias primas. A todo ello hay que añadir la exportación de energía eléctrica. La Unión Europea es el mayor distribuidor de energía eléctrica, pese a carecer de suficientes recursos como para producirla. Eso genera una indefensión y una dependencia tan elevada como la planteada. El auge económico de India y China ha incrementado el consumo eléctrico y de materias primas en estos países, generando una mayor demanda de materias, que ha incrementado los precios, en sintonía con la crisis de los contenedores y los efectos económicos de la pandemia de covid-19. A su vez, los conflictos diplomáticos con Rusia también suponen una amenaza, puesto que el país soviético controla el flujo de gas natural a las principales potencias europeas, que dependen de él para satisfacer su demanda energética. Si Rusia, como ha ocurrido en múltiples años en el contexto del conflicto entre Rusia y Ucrania, recorta la llegada de gas, la Unión Europea entra en un periodo de carestía y de recesión económica, por las deficiencias experimentadas por el lucrativo mercado de la venta de energía eléctrica neta, en la que la UE es la reina.



La Unión Europea es consiente de este enorme problema energético y, frente a ello, ha desarrollado escasas iniciativas verdaderamente efectivas. Las energías renovables se erigen como la potencial solución a esta independencia, puesto que generarían autonomía entre los Estados miembros y permitiría generar energía a pesar de la escasez de materias primas. Estas energías, además, mejorarían la calidad ambiental de la UE, otro de los objetivos de las políticas comunitarias más recientes. No obstante, las renovables aún están lejos de ser la solución completa al problema, ya que hay países europeos que carecen de las condiciones necesarias para implementar centrales renovables por todo el territorio nacional, y que la implementación de las energías renovables en Europa es aún insuficiente como para acabar con la producción energía mediante materias primas contaminantes, tal como corrobora el porcentaje de producción energética mediante renovables, que se sitúa en tal solo un 20% de media en la UE en 2019, existiendo un gran abismo entre países como Islandia, con porcentajes próximos al 80%, y otros como Luxemburgo, que apenas alcanzan un 10%.


Evidentemente, esta medida porcentual no sirve únicamente para medir el desarrollo absoluto de las energías renovables en cada país, puesto que los países de mayor tamaño y más poblados tienen un consumo eléctrico muy superior al de los países más pequeños, lo que supone que, en Islandia, por ejemplo, sean necesarias menos centrales renovables para abastecer a la población que otros países, como España, que multiplica la población islandesa por más de 115 veces. A esta cuestión hay que unir el interés económico en las energías renovables, que es superior en Islandia que en España. Por su ubicación geográfica de Islandia y su condición insular, la importación de energía tiene un coste superior al de la energía importada a España, mejor conectada territorialmente con Europa. Por ello, en Islandia, el gobierno y las empresas energéticas tienen más interés económico en invertir en renovables que en España, donde resulta más rentable adquirir energía a coste reducido producido en otros países, sobre todo Francia.


La incapacidad de las energías renovables de satisfacer la demanda interna de la UE motiva distintos debates sobre el papel de la energía en la soberanía de los países miembros y posibles soluciones más inmediatas al problema energético actual. En este contexto de debate, en la reciente Cumbre Mundial del Clima de Glasgow (COP26), Alemania y Francia propusieron considerar como “energías verdes” al gas natural y a la energía nuclear. Cada país ha apoyado una energía diferente. Francia, obviamente, ha apostado por la energía nuclear, que le ha permitido al país galo mantener una dependencia energética inferior al 50% y abastecer de forma completa la demanda interna. Alemania, por su parte, ha abogado por el gas natural, del que depende enormemente para la producción energética. De hecho, el consumo interno de gas natural en Alemania es de 1.121 m3/habitantes, por encima de la media europea de 902 m3/habitantes. Este consumo podría ser incluso superior si se permitiera el abastecimiento de gas ruso a través del recién concluido gasoducto Nord Stream 2, que, aunque ya han terminado sus obras de ejecución, aún no está operativo, porque precisa de la aprobación final de la UE.


Por intereses personales, Francia y Alemania persiguen considerar catalogar temporalmente estas energías como “verdes”, lo cual tendría un gran impacto en el flujo de las inversiones privadas, públicas y comunitarias. La Comisión Europea recogió estas sugerencias hace unas semanas y las propuso a los Estados miembros, con un carácter temporal. España, Austria y el ala verde del Partido Socialdemócrata de Alemania han mostrado su rechazo absoluto a estas propuestas, por considerarlas un paso atrás en la lucha contra el cambio climático en el contexto europeo. A raíz de ello, se ha generado un intenso debate social y político sobre la seguridad y el impacto ambiental de estas dos fuentes de energía. La catalogación de estas energías como “energías verdes” con carácter temporal podría, a corto plazo, minimizar la dependencia energética de la Unión Europea –la energía nuclear minimizaría la dependencia energética, a diferencia del gas natural, que la incrementaría–, pero podría suponer un grave problema a largo plazo, cuando concluya esta catalogación y se deban focalizar las inversiones en las energías renovables tradicionales.



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FUENTES DOCUMENTALES

DatosMundial.com (s.f.). “Gestión de energía en Italia”. Recuperado de https://www.datosmundial.com/europa/italia/balance-energetico.php.

El Confidencial (2022). “España rechaza la propuesta europea de considerar 'verdes' la energía nuclear y el gas”. Recuperado de https://www.elconfidencial.com/economia/2022-01-02/espana-rechaza-propuesta-europea-verdes-nuclear-gas_3352505/.

Magnet (2021). “España compra a otros países el 75% de la energía que consume. Y eso explica la escalada de la luz”. Recuperado de https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/espana-compra-a-otros-paises-75-energia-que-consume-eso-explica-escalada-luz.

El Orden Mundial (2021). “La (in)seguridad energética de la Unión Europea”. Recuperado de https://elordenmundial.com/la-inseguridad-energetica-de-la-union-europea/.

BBC News (2021). “El polémico gasoducto Nord Stream 2 que va de Rusia a Alemania (y qué papel puede jugar en la crisis energética de Europa)”. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-58817851.

DatosMundial.com (s.f.). “Gestión de energía en Alemania”. Recuperado de https://www.datosmundial.com/europa/alemania/balance-energetico.php.

DatosMundial.com (s.f.). “Gestión de energía en Francia”. Recuperado de https://www.datosmundial.com/europa/francia/balance-energetico.php.

 
 
 

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